1. Criticar continuamente
El primer mal hábito en el matrimonio al que hace referencia monseñor Munilla es “hacer de la crítica nuestro estilo de expresión, expresar quejas en vez de tener pensamientos motivadores”. Estas personas ven siempre las cosas negativas, y “cuando uno hace eso en el matrimonio lo suele hacer en el resto de su contexto social. Las quejas son como un agujero negro donde se desintegra la energía”.
Cómo sanar este hábito? “Hay que cultivar el ejercicio de la intuición para percatarnos de que Dios ha puesto junto a mí a la persona que necesito para mi santificación. Dios quiere servirse de las virtudes y defectos de mi cónyuge para ser santo”, explica Munilla.
2. Dividir entre “lo mío” y “lo suyo”
Un segundo mal hábito que se puede dar también en el matrimonio es el de hacer una especie de división entre lo de él y lo de ella, las cosas de uno y de otro, sus amigos, sus aficiones, y hasta la cuenta corriente.
Donde esté tu tesoro allí estará tu corazón. El obispo recuerda esta frase del Evangelio para recordar que “si en el matrimonio se ve que hay territorios privados, personales, que no llegan a formar parte de la comunión, quiere decir que el corazón todavía tiene falsos tesoros que impiden vivir esta plena comunión. Lo propio del matrimonio es ser una sola carne y esto es compartirlo todo”. Por ello, advierte que quien vive así se enfrenta “a un riesgo muy grande de fractura”.
¿Cómo sanarlo? La sanación de este mal hábito, según Munilla, pasa por la “elevación”, es decir, “somos de Dios y en Dios somos todo el uno para el otro. No me poseo en propiedad, si lo que tengo es de Dios ya no hay ni mío ni tuyo”.
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