“El periodismo es un ejercicio noble que ha de decir toda la verdad y no sólo una parte”
“De esta vida nadie se va de rositas”
Nos dejó dicho Jean de La Bruyère que sólo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud. Desafortunadamente en nuestro actual desacralizado y cosificado mundo parece que la gratitud no abunda por doquier… ¿No es así?
Pues sí. Por desgracia no abunda la gratitud. Y digo por desgracia porque es de bien nacido ser agradecido. Y cuando no somos agradecidos somos desgraciados. Muchas veces caemos en la tentación de la envidia y de pensar que somos unas víctimas. ¡Todo nos pasa a nosotros! Nos parece que a todo el mundo le va mejor que a nosotros. Y no es así. De esta vida nadie se va de rositas. Todo el mundo tenemos cruces que cargar sobre nuestras espaldas. Pero ser agradecido es una actitud ante la vida. Es un modo de mirar y ver que hay muchas bendiciones a nuestro alrededor. El que no las ve ni cree que tenga nada que agradecer es como el niño malcriado que cree que se lo merece todo y al final termina siendo un desgraciado porque nunca es suficiente y quiere más y más y no valora lo que ya tiene.
¿Qué opinión le merece la nueva ley de la Eutanasia?
Creo que es un retroceso dentro del Estado de Bienestar y del avance en los derechos humanos pues, con el pretexto de eliminar el dolor lo que realmente se elimina es la vida del que sufre. La medicina permite hoy eliminar o minimizar el dolor. Pero en lugar de invertir en esto y evitar el sufrimiento a los enfermos se opta por la solución más fácil, más rápida y más barata, pero al mismo tiempo la más inhumana. Por no hablar de que se traslada a los médicos y al personal sanitario – que se dedican a sanar – la responsabilidad de eliminar vidas. Ellos juraron que iban a usar sus conocimientos para hacer todo lo posible para salvar vidas y a estas personas se les está diciendo que tienen que matar.
Estamos inmersos en la inmediatez informativa o desinformativa de la Era Digital. ¿Qué papel deben desempeñar los periodistas en la comunicación social?
El periodismo es una noble profesión que se dedica a informar y comunicar. Para ello es preciso que haya bondad y veracidad. Decir la verdad, pero toda la verdad y no sólo una parte. El problema es que además de ser una tarea noble es un negocio y muchas veces se opta por lo que vende. Lo que vende son las noticias morbosas, los cotilleos, las noticias malas… Pero todo esto – que existe – no es lo que único que sucede en la realidad. Lo que pasa es que las buenas noticias no venden porque no interesan. Es como los aviones. Sólo salen en las noticias cuando cae uno. Pero los miles que vuelan a diario no son noticia. O como la cantidad de cargueros que cruzan el canal de Suez cada día. Sólo es noticia el que lo tiene atascado. Así sucede también con las noticias sobre la Iglesia. Cuando un cristiano mete la pata (generalmente un cura o un obispo) sale en todas las portadas. Pero el bien que se hace todos los días – que es muchísimo más – eso no es noticia. Pero también es verdad. Lo que pasa es que no vende. En definitiva, pienso que un periodista que es creyente no lo tiene fácil para poder ganarse la vida con su noble profesión sin pecar, porque lo que vende es la crítica, la murmuración, la mentira, las malas noticias… Pero otro periodismo es posible. Es difícil ejercer de creyente en el periodismo como en otras muchas profesiones, pero no imposible. Y el creyente tiene mucho que aportar. Hay muchas buenas noticas por compartir. Creo que es cuestión de ingenio e imaginación. Si se lo pedimos al Espíritu Santo seguro que nos lo da, al igual que en este tiempo que llevamos de pandemia, que nos ha ido inspirando modos muy originales para seguir llegando a las almas.
El Papa Francisco define la murmuración como “un cáncer diabólico”. ¿No es una pura contradicción, una calamidad, que existan personas murmuradoras dentro de una comunidad o institución cristiana?
Pues sí que es una contradicción. Pero una más como todas las demás. Quiero decir, que los cristianos que estamos en las distintas comunidades cristianas somos pecadores. No estamos en ellas porque seamos santos. La Iglesia, como afirma el mismo Papa Francisco, es un Hospital de Pecadores y uno de los pecados que tenemos es la murmuración. Pero eso es lo que se ve. La raíz de la murmuración es la falta de Caridad que muchas veces tenemos. Si nos amáramos los unos a los otros no murmuraríamos. Pero con la ayuda de la Gracia que recibimos de modo habitual en los sacramentos podemos ir creciendo en esa ardiente Caridad que Dios infunde en nuestros corazones. Cuando faltamos a la Caridad con el prójimo podemos arrepentirnos, proponernos mejorar y pedir perdón al Señor y su Gracia para no hacerlo más. Es la maravilla del Sacramento de la Confesión que nos regala el Señor precisamente porque no somos santos, pero nos vamos santificando gracias a Él. Merece la pena crecer en la Caridad, porque así no sólo seremos más santos y más felices, sino que además nuestras comunidades cristianas serán cada vez más un reflejo del Evangelio y cuando vean cómo nos amamos muchos querrán unirse y ver de dónde brota ese Amor, que no es de personas con muy buena voluntad que son perfectas, sino del mismo Corazón de Cristo que late en el centro de una familia de personas imperfectas unidas por la Fe, la Esperanza y la Caridad.
¿Cree que nuestra actual sociedad está falta de Fe?
Sí y no. De fe cristiana declarada explícitamente sí, porque cada vez hay más deserciones. Ya no hay tantos bautismos, ni tanta práctica sacramental. Y muchos bautizados apostatan explícita o implícitamente de su fe. Pero también respondo que no hay falta de fe, porque el Hombre es un ser religioso por naturaleza. Ya lo decía san Agustín: “… nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansará hasta que descanse en ti…” Esto significa que quien nos ha creado ha puesto en nuestro corazón una inquietud; una sed de Dios. Y el Hombre siempre está en búsqueda. En esa búsqueda muchos excluyen de saciar su sed de Dios en la Iglesia por nuestra falta de testimonio pero, sobre todo, por la mala propaganda que tenemos. En nuestra sociedad se lleva muchas décadas esparciendo prejuicios de la Iglesia en todos los medios: cultura, prensa, series, películas, redes sociales… Esos prejuicios funcionan a modo de caricatura. A veces parten de una verdad pero que no es completa, que se exagera y que no se complementa con el resto de la realidad. Siguiendo el ejemplo de la pregunta anterior, hay faltas de Caridad por ejemplo, pero también hay muchísimas obras de Caridad que esas no se destacan tanto por parte de los mismos que nos critican. Se denostan muchas de las enseñanzas de la Iglesia y se ridiculizan, pero ahí está el resultado en una sociedad que expulsa a Dios y al cristianismo y está tan falta de valores y llena de todo tipo de vicios y corrupciones, violencias, injusticias y un largo reguero de víctimas (niños a los que no le han permitido nacer, madres destrozadas después de haber abortado, niños y jóvenes tratados como animalitos y abandonados emocionalmente… ).
En esa búsqueda que todo Hombre tiene hoy hay muchas respuestas. Muchas personas no van a la Iglesia pero sí acuden a las cartas, al tarot, a la bola de cristal, al yoga, al reiki, … quieren respuestas rápidas. Quieren calmar su sed sin compromiso de ningún tipo, aunque tengan que pagar dinero (porque, por mucho que digan, tú por ser cristiano, por ir a rezar o por ir a misa, confesarte, recibir la unción de enfermos… no tienes que pagar nada. Lo hemos recibido gratis y gratis lo damos). Otra cosa distintas es que la Iglesia necesita de unos medios como cualquier institución para sostenerse, pagar facturas… Pero eso sería otro tema muy largo de abordar ahora y nos desviaría en exceso de la pregunta.
¿Estamos llamados los cristianos a intensificar -a modernizar, actualizar- el valor divino de lo humano, por decirlo con palabras del título de la celebérrima obra de Jesús Urteaga?
Precisamente acabamos de celebrar la solemnidad de la Anunciación, es decir, que Dios ha tomado nuestra naturaleza humana y lo ha hecho para que nosotros podamos hacernos cada vez más divinos. Poco a poco con su Gracia nos vamos divinizando. Somos divinos en la medida de que el Hijo de Dios ha tomado nuestra misma naturaleza humana y la ha elevado desde el pecado, que es lo que denigra al Hombre y le lleva a la muerte, hasta la plenitud, porque Jesucristo ha vencido al mismo pecado y a la muerte en su propia naturaleza caída. Él es quien nos hace divinos, quien saca lo mejor de nosotros mismos, quien nos hace santos.
¿Qué es el ISCRA? ¿Qué misión comporta y qué metodología desarrolla?
ISCRA son las siglas que resumen el nombre del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense. En este Instituto se imparte el Grado de Ciencias Religiosas y también las asignaturas para obtener la DECA de infantil y primaria y la de secundaria. Pero, en general, el Instituto cuenta con un claustro de profesores muy bien preparado para dotar a nuestra Diócesis de todo tipo de iniciativas formativas. La función principal para la que el Instituto existe es para que todo aquel que quiera pueda profundizar en su fe y luego de este modo poder enseñarla y dar razones de ella a quien se la pidiera, como dice el Apóstol san Pedro. Muchos de nuestros alumnos vienen con esa motivación. Van cogiendo algunas asignaturas sueltas cada curso para ir disfrutando a la vez que profundizando en la Sagrada Escritura, la Teología, la Historia… Otros vienen con algo de más prisa, porque necesitan el título universitario que otorga la Universidad Pontificia de Salamanca para su trabajo. También es importante la formación de los futuros profesores de religión además de la del propio laicado. Tenemos también religiosas estudiando. Es una maravilla poder tener un instituto que nos ofrece tantas posibilidades de formación aquí en nuestra Diócesis, en la Casa de la Iglesia, en la Plaza del Arroyo.
¿Qué lecturas recomendaría a los lectores para esta Semana Santa?
Yo recomendaría el libro de Jesús de Nazaret de Benedicto XVI para meditar especialmente los pasajes de la Pasión del Señor, además de la propia lectura de la Pasión directamente, claro está.
¿Qué desea añadir?
Que, al igual que año pasado, este año tenemos la oportunidad (que espero sea la última) de aprovechar para vivir una Semana Santa distinta, donde no habrá procesiones en las calles, pero sí habrá la posibilidad de vivir intensamente la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Las procesiones en la calle nos ayudan mucho pero, como conllevan muchísimos preparativos y a veces éstos hacen que nos distraigamos de lo central. Como este año no van a haber esos preparativos aprovechemos para ir a lo nuclear: a los Oficios religiosos y a buscar saciar la sed de Dios que tiene nuestro corazón. La vida está llena de cruces pesadas que tenemos que cargar sobre nuestros hombros. Esta Semana tan especial miremos al que la llevó primero y meditemos serenamente para poder contemplar el Amor que le llevó a dar su vida para rescatarnos. Con Cristo podremos llevar la Cruz de cada día con Amor. Y nuestro mundo está muy necesitado de ese Amor redentor.
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