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miércoles, 27 de enero de 2021

Estimulantes razones para revisar nuestras conductas. Por JA HERNÁNDEZ

 

Alfonso María de Liguori

Respira la bondad de Dios

Madrid, Narcea, 2021

En mi opinión esta obra titulada Respira la bondad de Dios pone de manifiesto la oportunidad de la iniciativa de la Nueva Biblioteca Virtual de NARCEA. Gracias a la facilidad con la que podemos encontrar los textos, comentarlos e, incluso, escucharlos en cualquier momento y en cualquier lugar, ya no tenemos escusas para dejar de leer esos mensajes que nos resultan útiles para seguir alimentando nuestras vidas humanas y nuestras vivencias cristianas. La colección “Palabras con rostro”, una serie de cuadernos en los que, además de dibujar los trazos característicos de los perfiles de los creyentes ejemplares de nuestra historia, selecciona las palabras con la que ellos nos explican sus realidades vividas y las razones hondas de sus actitudes y de sus comportamientos. Este planteamiento responde a un principio pedagógico fundamental: para aprender a vivir necesitamos, en primer lugar, modelos de identificación, y, después, esas palabras que nos sirven para identifican las razones de sus coherentes comportamientos.

En esta ocasión me refiero al libro titulado Respira la bondad en el que Alfonso María de Liguori nos explica cómo su amor a Jesús orientó y estimuló una permanente manera de seguir creciendo humanamente y trabajando en beneficio de su pueblo. Su lucha por lograr la libertad, su rechazo a las convenciones familiares, su entrega al estudio, a la pintura y a la música nos proporcionan estimulantes razones para revisar nuestras conductas y, quizás, para orientar y estimular nuestros deseos -a veces soterrados- de seguir creciendo.

Especial interés me han despertado sus llamadas terminantes a la oración como camino y como destino, como indispensable medio para alimentar la amistad con Jesús y para servir a los hermanos y, en consecuencia, como estímulo para progresar a través de las tareas de la vida diaria. Su punto de partida es categórico: “La santidad y toda la perfección de un alma consiste en amar a Jesucristo”. Y su conclusión es indiscutible: “El seguimiento de Jesucristo es una cuestión de amor”.

A mi juicio, el relato de esta vida que, a pesar de las dificultades, de los trabajos y de los sufrimientos causados por la corrupción, la mentira, la injusticia contra los que se vio obligado a luchar, constituye un modelo ejemplar de permanente acercamiento a Jesús y a los hombres, y una invitación para que los jóvenes actuales y los adultos reflexionemos sobre el apasionante reto de vivir y de disfrutar con la amistad con Jesús de Nazaret. Efectivamente este hombre del siglo XVIII sigue vivo y tiene algo -mucho- que decirnos en estos momentos: que miremos, sintamos, consintamos y vivamos la vida según el Evangelio, que amemos y nos dejemos amar.

José Antonio Hernández Guerrero


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