Se han hecho muchas películas interesantes sobre la demencia o el alzhéimer en la tercera edad. Como botón de muestra recordemos En el estanque dorado, El hijo de la novia, Quédate conmigo, El cuarteto, ¿Y tú quién eres?, Vivir dos veces, Recuérdame, El viaje de sus vidas…
La originalidad de El padre estriba en que el punto de vista narrativo es el del anciano que padece la enfermedad, con lo que la confusión que experimenta el espectador es la misma que la que sufre el protagonista. Cambia nombres, personas, ubicaciones, y mezcla en su cabeza conversaciones y lapsos temporales. El resultado es una terrible soledad como consecuencia de haberse quedado sin certezas. El espectador consigue identificarse con sus sentimientos y empatiza con sus miedos e inseguridades, y, por tanto, siente su dolor más que en las citadas películas precedentes. De esta manera se pone la mirada en la dignidad del enfermo, en su autoconciencia herida. Llega a preguntarle a la enfermera: «¿Me puede usted decir quién soy yo?». Cuando Anthony –un hombre fuerte y de carácter– se derrumba, el espectador se derrumba con él y probablemente no pueda contener las lágrimas.
La película no busca moralejas ni lecciones. Trata de ponerse en el lugar del enfermo, y así hacer más comprensibles sus emociones e incluso su cambiante carácter. Por eso el sabor que deja es agridulce. Por un lado provoca una justa e inevitable tristeza, pero por otro se agradece la profunda humanidad del filme, su desnudez de prejuicios o lugares comunes. En un momento en que España ha abierto la puerta a la muerte indigna de los enfermos irreversibles, El padre pone sobre la mesa toda la humanidad tierna y frágil de Anthony, que se ha convertido en un niño pequeño que solo quiere el afecto y compañía de su hija.
No podemos terminar sin comentar el trabajo de Anthony Hopkins, soberbio, y que bien podría valerle otro Óscar por su interpretación. No es menor la actuación de Olivia Colman, contenida, pero que expresa magníficamente la difícil situación personal y el dilema moral en el que se encuentra su personaje. Una auténtica joya.
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