El año 2022 ha arrastrado aún las consecuencias de la pandemia COVID19. A esto hay que sumar los efectos de la crisis derivada de la guerra de Ucrania. El aumento del coste de la vida generado el pasado año provocó un fuerte incremento en los niveles de precariedad de las familias. Este escenario hace constatar cómo los vaivenes y las crisis globales afectan a todas las capas sociales, pero especialmente a las más vulnerables.
En nuestras zonas urbanas, uno de los elementos centrales que determinan la profundidad de las dificultades en las condiciones de vida de las familias y, por ende, la intensidad de las estrategias y renuncias que deben acometer para mantenerse a flote es la vivienda. La vivienda se ha convertido en un pozo sin fondo para los ingresos de las familias. Por tanto, si bien el esfuerzo en el mercado laboral es necesario y remarcable, nunca será suficiente si las mejoras laborales van acompañadas de aumentos desproporcionados en relación con el nivel de gasto necesario que deben hacer las familias en cuestiones esenciales. Es fundamental el derecho a ingresos suficientes, pero éste depende también del montante de gastos que se tenga que cubrir para vivir dignamente. Las personas no pueden soportar cualquier precio para alimentarse, calentarse y mucho menos para alojarse. Por tanto, es valorable la implantación del IMV que debería subir y ampliarse, pero es necesario pedir el aumento del salario mínimo, para que se den unas condiciones de vida dignas en los hogares. Es primordial moderar el precio y/o encontrar los mecanismos para garantizar un acceso y mantenimiento a la vivienda digna.
Esta situación social descrita ha marcado la labor de Cáritas durante el pasado año, según los datos presentados en la Memoria 2022, que se ha dado a conocer esta mañana en Cádiz, por Monseñor Rafael Zornoza Boy, obispo de Cádiz y Ceuta y Vicente Pablo Ortells Polo, director de Cáritas Diocesana de Cádiz, durante una rueda de prensa celebrada en el Obispado de Cádiz y Ceuta.
Más recursos menos personas atendidas
Los datos de la Memoria reflejan que la mejora de la situación económica tras la crisis sanitaria y la reapertura progresiva de la economía a lo largo de 2021 ayudó a aliviar las situaciones puntuales de emergencia de algunos hogares. En 2022, en el programa de Acogida y Asistencia se atendieron a 5.141 familias (6.842 en 2021).
“Este descenso de familias es una buena noticia, porque refleja que muchas familias han podido salir adelante con la ayuda de Cáritas y otras entidades y, también, con el apoyo del Ingreso Mínimo Vital. Aunque sigan viviendo en un frágil equilibrio han dejado de acudir a Cáritas. Sin embargo, las familias que siguen viniendo a nosotros presentan un grado de exclusión más grave que necesita de más apoyos durante más tiempo” ha explicado el director diocesano. El programa de Acogida y Asistencia concentra el 85% de todas las personas atendidas en Cáritas Diocesana de Cádiz.
Un elemento importante que explica el aumento de las ayudas ofrecidas a las familias es la subvención extraordinaria que la Junta de Andalucía ofreció a Cáritas Regional para su distribución entre las Cáritas Diocesanas de Andalucía. De este modo, Cáritas Diocesana de Cádiz, ha apoyado a 3.147 personas en situación de exclusión y grave exclusión (personas sin hogar). Este trabajo, se ha realizado gracias al trabajo conjunto de todas las áreas de trabajo de Cáritas (equipos de Cáritas en parroquias y programas diocesanos). Por tipo de ayuda de mayor a menor, los conceptos han sido en vivienda, pobreza energética, salud, educación y brecha digital.
Con una dotación total de 653.953,27 euros, el segundo esfuerzo financiero de Cáritas ha sido el realizado sobre los itinerarios de inserción sociolaboral y la empresa de inserción (Inserta Cádiz SL). Tal como ha explicado el director de Cáritas Diocesana, Vicente Pablo Ortells, “La convicción de que el empleo es la vía prioritaria y capaz por sí misma de solucionar los problemas en las familias choca con la realidad de las condiciones que ofrece el mercado de trabajo y la evolución de los sueldos y cómo estos se traducen en la capacidad de generar unas condiciones de vida realmente dignas. Desde la Gran Recesión: el empleo ya no es un mecanismo inclusivo suficiente, pues no es un mecanismo al que todas las personas tengan acceso (hay sectores de población que tienen grandes dificultades de empleabilidad porque este mercado los expulsa) y, aun cuando se logra un empleo, la calidad de este es incompatible con la calidad de vida”. De este modo, Cáritas realiza un gran esfuerzo por lograr mejorar la empleabilidad de las personas que vienen a Cáritas demandando ayuda.
A través de nuestros itinerarios de inserción laboral desarrollado en los dispositivos de empleo existentes en toda la Diócesis y la Agencia de Colocación, Caritas acompañó en la búsqueda de empleo a 612 personas de las cuales 167 (27,29%) encontraron empleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario