Queridos hermanos, Pueblo Santo de Dios, cristianos, ungidos, consagrados al Señor; queridos religiosos y consagrados, laicos de todas las edades, muchos de vosotros asociados y comprometidos en la misión evangelizadora y caritativa de la iglesia; muy queridos sacerdotes y seminaristas, en esta celebración especialmente indicada para vosotros:
Estamos ya en los días Santos de esta Semana que nos lleva a lo esencial anticipando hoy el Jueves Santo en esta Misa Crismal. Nos hará bien, porque nuestra fe, para que ilumine y consuele a la sociedad, debe ser ahora más que nunca rica en interioridad y hondura espiritual, de encuentro con la bondad y misericordia del Señor, para que de ella brote un vigoroso impulso de santidad.
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