Tras la atenta lectura de esta obra colectiva, coordinada por las profesoras Lourdes Flamarique y Claudia Carbonell, me permito adelantar mi conclusión: es un libro oportuno, importante y necesario. Oportuno porque nos llega en un momento en el que se ha extendido la impresión de que la verdad y las verdades han perdido sus valores; importante porque aborda las consecuencias graves de su devaluación en la vida individual y colectiva; y necesario porque nos advierte cómo esta corriente socaba los fundamentos de las convicciones que sustentan y orientan las tareas profesionales, las relaciones sociales, las ideologías políticas y las convicciones religiosas. En resumen, porque tiene mucho que ver con nuestra vida individual y con nuestro bienestar colectivo.
El análisis de la doctora Carbonell titulado “El arte de la verdad en el espacio público” constituye, a mi juicio, una base epistemológica sólida para calibrar la importancia irrenunciable de la búsqueda de la verdad y, como consecuencia, el fundamento de la necesidad y de la obligación de denunciar esa tendencia creciente a devaluarla lógica, dialéctica y retóricamente. Sí, la Retórica, la Dialéctica y la Ética son tres disciplinas clásicas que han de seguir siendo reivindicadas en la actualidad como herramientas imprescindibles para una “educación” humana y humanista: para la formación del pensamiento, de la palabra y de los comportamientos. No olvidemos que la verdad tiene mucho que ver con la bondad, con la belleza y, por lo tanto, con vida humana o, en otras palabras, con la felicidad y con el bienestar.
Como indica Juan A. Nicolás, la palabra “posverdad” se ha puesto de moda hasta tal punto que no sólo inunda los medios de comunicación y las redes sociales sino que también contagia los debates políticos e, incluso, las reflexiones de psicólogos, sociólogos, antropólogos, historiadores, artistas, escritores y filósofos. Las consecuencias más visibles y, al mismo tiempo más peligrosas, son las generalizadas convicciones de que nada es verdad o de que todo es mentira. El hecho constatado es que asistimos a una creciente despreocupación por la firmeza en unas ideas que proporcionen guías en el pensamiento y orientaciones en los comportamientos.
En mi opinión, el valor más relevante de esta publicación estriba en su dimensión multidisciplinar, en la convergencia de sus análisis desde las diferentes perspectivas filosófica, retórica, dialéctica, psicológica, sociológica, ética, pedagógica, histórica y antropológica. Hemos de tener en cuenta que esta creciente invasión de escepticismo conduce directamente a un nihilismo que amenaza el equilibrio y el bienestar personal, y perturba la convivencia y la colaboración social. Como bien explica Mikel Ortiz Blanco, en una sociedad en la que los acuerdos no valen se genera una constante incertidumbre que impide su más elemental funcionamiento. Sí -profesoras Flamarique y Carbonell- la verdad importa todavía a pesar de los ecos que, en los medios de comunicación social, repiten las voces de esos ¿ingenuos? líderes que tratan de convencernos de lo contrario.
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