La doctrina social de la
Iglesia ha abordado las
relaciones entre trabajo y
capital destacando la prioridad del primero sobre el
segundo, así como su complementariedad.
El trabajo tiene una prioridad intrínseca con especto al capital: Este principio es una verdad evidente y
“pertenece al patrimonio estable de la
doctrina de la Iglesia.
Entre trabajo y capital debe existir
complementariedad. La misma lógica
interna del proceso productivo demuestra
la necesidad de su recíproca compenetración y la urgencia de dar vida a sistemas
económicos en los que la antinomia entre
trabajo y capital sea superada.“Ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital”.
En la reflexión acerca de las relaciones entre trabajo y capital se debe considerar que “el recurso principal” y el
“factor decisivo” de que dispone el hombre es el hombre mismo y que “el desarrollo integral de la persona humana en el
trabajo no contradice, sino que favorece
más bien la mayor productividad y eficacia del trabajo mismo”. El mundo del trabajo, en efecto, está descubriendo cada
vez más que el valor del “capital humano” reside en los conocimientos de los trabajadores, en la creatividad en el carácter
emprendedor, en la capacidad de afrontar
lo nuevo, de trabajar juntos y de saber
perseguir objetivos comunes. Se trata de
cualidades genuinamente personales, que
pertenecen al sujeto del trabajo más que a
los aspectos objetivos, técnicos u operativos del trabajo mismo.
La relación entre el trabajo y capital
presenta, a menudo, los rasgos del conflicto. Actualmente, el conflicto presenta
aspectos nuevos: los progresos científicos
y tecnológicos y la mundialización de los
mercados, de por sí fuente
de desarrollo y de progreso,
exponen a los trabajadores
al riesgo de ser explotados
por los engranajes de la economía y por la búsqueda
desenfrenada de productividad.
No debe pensarse equivocadamente que el proceso de
superación de la dependen-
cia del trabajo respecto a la materia sea
capaz por sí misma de superar la alienación en y del trabajo. Frente a posiciones
ideológicas que propugnan una praxis de
enfrentamiento o lucha de clases,” la Iglesia enseña y difunde la doctrina social que
forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus
consecuencias directas en la vida de la
sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el
testimonio a Cristo Salvador. Asimismo
viene a ser una fuente de unidad y de paz
frente a los conflictos que surgen inevitablemente en el sector socioeconómico. De
esta manera se pueden vivir las nuevas
situaciones, sin degradar la dignidad trascendente de la persona humana ni en sí
mismos ni en los adversarios, y orientar-
las hacia una recta solución.” (Compendio
de Doctrina Social de la Iglesia II. cap. 6,
3 nn. 276-280).
Rafael Serrano Molina
No hay comentarios:
Publicar un comentario