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miércoles, 4 de agosto de 2021

HOY 4 DE AGOSTO ES EL PATRONO DE LOS PÁRROCOS



La Iglesia celebra cada 4 de agosto a San Juan Bautista María Vianney (1786-1859), también conocido como el Santo Cura de Ars, por el nombre del pueblo francés donde sirvió por muchos años como sacerdote y párroco: Ars-sur-Formans. Ars está ubicado a 30 km de la ciudad de Lyon.

San Juan María Vianney nació en Dardilly, el 8 de mayo de 1786. Es el patrono de los sacerdotes, en especial de los párrocos. Además, se le considera el paradigma del buen confesor Poseía dones extraordinarios como el don de profecía o la capacidad para conocer las almas y penetrar sus intenciones. Fue un hombre de gran  humildad y discernimiento, virtudes indispensables que lo hicieron modelo de pastor. En repetidas oportunidades fue blanco de los ataques directos del demonio, los que supo enfrentar gracias a su alma ligera, siempre dirigida al Cielo, fortalecida por la gracia, la mortificación, la oración y el servicio.

Su celo pastoral -una auténtica pasión por la salvación de las almas- lo llevó a pasar frecuentemente largas horas en el confesionario, con el propósito, como solía decir, de “arrebatarle almas al demonio”.

Vivía desprendido de las cosas materiales, a las que trató con esa libertad propia de los hijos de Dios: alguna vez llegó a regalar hasta su propia cama, por lo que adquirió la costumbre de dormir en el suelo de su habitación. Llevó también una vida ascética: practicaba habitualmente el ayuno y cuando no, le bastaba comer algo muy sencillo. Solía decir que “el demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de piel, como a la reducción de la comida, la bebida y el sueño".

Son bastante conocidos los episodios en los que el demonio trató de amedrentarlo o distraerlo sin tener éxito: en una oportunidad hizo temblar su casa hasta por 15 minutos para que deje de orar; en otra ocasión quiso que abandonara la misa que estaba celebrando, causando un incendio en su habitación -El Santo manejó con serenidad el momento mandando a apagar el fuego y sin moverse del altar-. También hubo noches terribles para él, en las que el demonio hacía ruidos para no dejarlo dormir, mientras se burlaba sugiriendo que abandonara el ayuno. Acogido en brazos de la Virgen María, el Cura de Ars terminaba durmiendo como un niño.  

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