El pasado sábado, 29 de mayo, tuvo lugar en la parroquia San José Artesano de San Fernando la XX Jornada Diocesana de Espiritualidad, con el lema «El cristiano, discípulo misionero de la esperanza», a la que acudieron alrededor de ochenta personas de distintos lugares de nuestra Diócesis.
La apertura corrió a cargo de nuestro obispo Mons. Rafael Zornoza, quien afirmó que «los monasterios son los faros de Dios para el mundo. En nuestra diócesis hay siete monasterios femeninos de vida contemplativa que continuamente están orando por nuestra Iglesia Diocesana y por nuestro mundo. Nosotros que estamos más metidos en la vida activa estamos llamados a ser contemplativos en la acción. Bajo el lema de la Jornada Pro Orantibus, «Cerca de Dios y del dolor del mundo», los monjes y monjas de vida contemplativa nos están diciendo que Dios es la esperanza de la humanidad. La primera misión del cristiano es ser hombre de esperanza. Nos encontramos ante un mundo donde el mal uso de la libertad y el ansia de poder de otros hombres hace sufrir por falta de esperanza. El lugar donde crece la esperanza es la oración. La mayor orfandad del mundo es no tener a Dios, y sin embargo Él nos da la vida eterna, ésta es la gran esperanza cristiana. Hemos sido salvado en esperanza. Agradezco vuestra caridad con los pobres, y los que habéis asistido con vuestra presencia a esta jornada. Ante el dolor y sufrimiento del mundo llevemos a los demás la esperanza cristiana».
Así, a las puertas de celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad, la jornada comenzó con la intervención del padre Juan Martín Baro. El párroco de Ntra. Sra. de Lourdes (Cádiz) aseguró que el tiempo pascual nos recuerda la gran esperanza que sustenta a todas las esperanzas. «Cristo Jesús ha resucitado y ha sido exaltado y goza de la plenitud de la gloria del Padre, y va por delante de nosotros». De esta manera, destacó las palabras del Papa Francisco sobre el decálogo de la enfermedad espiritual de la frustración, que es lo contrario a la esperanza: «Cuando uno se siente decepcionado; la desgana; la mediocridad; el pesimismo estéril; el lamento acompañado de la queja; vivir con la conciencia de derrota; falta de audacia, de valentía, de apuesta por lo nuevo, de abrir campos nuevos; vivir a la defensiva o con miedo a lo nuevo; el aislamiento; la guerra entre nosotros. Y, ¿cómo salir de todo esto? ¿Qué hacer para que la Iglesia diocesana sea más atractiva, reflejo de Jesús y su evangelio? Encontramos un incentivo: volver a Jesús y su Evangelio. Un problema de nuestras comunidades es la anemia evangélica que padecemos, la falta de asimilación del Evangelio de Jesús. Jesús habló a un mundo de sufrimiento favoreciendo la dignidad de la persona y actúa para suprimir el sufrimiento». Esta es la tarea de nuestra Iglesia. seguido del padre Lázaro Albar, director del Secretariado Diocesano de Oración y Espiritualidad.
Con el Santísimo expuesto durante toda la Jornada, la segunda intervención fue a cargo del P. Valentín Vivar García, consiliario del Movimiento Vida Ascendente, quien exhortó a salir de la preocupación y el miedo, y a poner la confianza en Cristo, que es nuestra esperanza. Con palabras del Papa Francisco: «No os dejéis robar la esperanza», «Atrévete a ser atrevido», afirmó que «la esperanza cristiana no es la sala de espera del médico o del notario. La esperanza cristiana nos mantiene jóvenes siempre. El apóstol de la esperanza no dormita, no se llena de quejas, es cohete de la misión. El misionero de la esperanza es audaz. El nombre de Dios es ‘Esperanza'».
La jornada terminó con una oración de alabanza y adoración a cargo de la Renovación Carismática y la bendición final del P. Lázaro Albar, director del Secretariado Diocesano de Oración y Espiritualidad.
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