Translate

domingo, 28 de junio de 2020

LAS OTRAS PANDEMIAS Por Rafael Serrano

 Felizmente y, gracias a Dios, estamos superando los momentos más crudos de la pandemia del COVID-19, aunque debemos mantener una prudente vigilancia para evitar, en cuanto podamos un rebrote de los contagios. Hemos pasado momentos de verdadero miedo, a veces incluso un tanto irracional. Hemos sentido la amenaza del contagio a nuestro lado, tras la puerta y en el vecino. Hemos aplaudido la entrega de sanitarios, personas de servicios básicos, Policías, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Esta situación nos ha hecho más conscientes de nuestra fragilidad y de las limitaciones de nuestra naturaleza. Pero no podemos olvidarnos del pasado sin asimilar su enseñanza de cara al futuro, y cuestionarnos nuestra actitud ante grandes males que pesan sobre nuestro mundo, porque esta pandemia la hemos conocido y sentido muy de cerca como una amenaza personal, pero llevamos toda nuestra vida conviviendo con “otras pandemias”, a las que no nos hemos enfrentado personalmente, pero que han estado durante años y años causando millones de víctimas. En el año 2019, según Worldometer, se produjeron en el mundo más de 42,3 millones de abortos. El coronavirus, en el tiempo que redacto este escrito, ha causado 467.000 víctimas. Otras enfermedades prevenibles o curables como la malaria, 600.000 muertes al año, según la Organización Médica Mundial. Enfermedades de carácter diarreico, principalmente debido a las malas condiciones del agua a la que tienen acceso muchas poblaciones en países del tercer mundo causaron en 2017 1,6 millones de muertes. Y, aunque en menores proporciones, otras enfermedades que se podrían prevenir con planes de vacunación bien desarrollados también han causado muchas muertes evitables, como el sarampión, la difteria,… 
No podemos olvidar tampoco otra grave “pandemia” que en este siglo XXI y en países desarrollado se está incrementando cada día, me refiero al suicidio, con cerca de 800.000 muertes cada año, y lo que es más preocupante con una gran incidencia entre los jóvenes, llegando a ser la 3ª causa de muerte de los jóvenes entre los 15 y los 19 años. 
Como cristianos no podemos permanecer indiferentes ante estas realidades. Por eso creo que debemos preguntarnos qué estamos haciendo para cambiar esta situación. Podemos, por ejemplo, preguntarnos si nos manifestamos abiertamente defensores de la vida desde su concepción hasta la muerte natural, si apoyamos y colaboramos, según nuestras posibilidades, tanto difundiendo el derecho fundamental a la vida, como contribuyendo económicamente o personalmente con Asociaciones que defienden el derecho a la vida. Tenemos que plantearnos si nos estamos concienciando de las crisis humanitarias y sanitarias en países del tercer mundo e incluso países en vías de desarrollo y qué estamos aportando a la solución de estas crisis, por ejemplo a través de aportaciones a instituciones que están desarrollando programas de ayuda y planes de desarrollo en estos países, como Cáritas, Manos Unidas y otras. Estamos, precisamente en fechas en las que podemos hacer una aportación a través de nuestra declaración de la renta, marcando la casilla de Asignación Tributaria a la Iglesia Católica y la de otras Asociaciones con fines sociales. Creo que es la hora de la solidaridad. 

Rafael Serrano Molina

No hay comentarios:

Publicar un comentario