Hace unos días, la Corte Suprema de los EEUU estableció que no es posible inferir ningún supuesto derecho al aborto en la Constitución de los EEUU. Igualmente, el Tribunal Europeo de Derechos humanos no asume que exista ningún derecho al aborto, y sí existe un derecho a la vida, que se encuentra reconocido en el artículo 15 de la Constitución Española: "todos tienen derecho a la vida".
Ese "todos" -los que tienen derecho a la vida-, no puede ser otro, en buen sentido común, que "todos los que viven". Que el ser humano vive desde la concepción no es una cuestión ideológica, religiosa o política, es una cuestión científica. Cuestionar hoy que el embrión es un nuevo ser humano distinto de la madre es una negación de la evidencia al mismo nivel que el terraplanismo. No, no es un coágulo, ni parte de su cuerpo, es un ser humano distinto. Por eso, el Tribunal Constitucional lleva 12 años sin decidir sobre la ley del aborto.
Mientras tanto, en España, la preocupación parece ser que las menores no tengan que consultar con sus padres para abortar, pero no parece que interese a muchos políticos ayudar social y económicamente a las embarazadas con problemas, ni se preocupan de que no sean coaccionadas para abortar, que es la realidad que vemos en muchos casos. Ni siquiera se vigila que no haya coacciones a las embarazadas en el trabajo, y comprobamos que existen. ¿Es eso progreso, preocupación social, feminismo? No, es una ideología hipócrita, incapaz de apreciar el valor de una vida humana, de la familia, incluso el bien social que es la maternidad y la paternidad.
Pero, pese a las amenazas y falacias repetidas miles de veces, cada vez somos más los que rezamos, ayudamos a las madres y clamamos contra el aborto, porque sabemos lo que les hace a los niños y también a sus madres. En Argentina se acuñó ese estupendo lema que refleja lo que pensamos: "¡Salvemos las dos vidas!" Sin olvidar al padre, a quien a menudo ni se informa ni se escucha, y sufre también el trauma post-aborto.
Si Dios quiere, este eclipse de la razón y del corazón pasará, el aborto será abolido y nuestra sociedad será mirada con estupor, como se mira hoy a las sociedades esclavistas. Se preguntarán entonces cómo se pudo llegar a esto en nombre de la supuesta libertad de la mujer, o en nombre del progreso. Llegará un día en que esas mentiras ya no engañen a nadie.
Por eso, hoy rezamos por el fin del aborto, por que cada vez haya más personas que ayudan a las mujeres embarazadas en vez de inducirlas a desprenderse de lo que no es su cuerpo, ni un coágulo, es su hijo, el hijo de ambos, hijo de Dios como nosotros, nuestro hermano, con una sagrada dignidad humana, como la de todos nosotros. Sí, es "uno de nosotros", "uno de los nuestros". Hoy les decimos a esas madres con dificultades: No estáis solas, estamos dispuestos a ayudaros. ¡Salvemos las dos vidas!
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