La doctrina social es un instrumento eficaz de diálogo entre las comunidades cristianas y la comunidad civil y política, un instrumento idóneo para promover e inspirar actitudes de correcta y fecunda colaboración, según las modalidades adecuadas a las circunstancias. El compromiso de las autoridades civiles y políticas, llamadas a servir a la vocación personal y social del hombre, según su propia competencia y con sus propios medios, puede encontrar en la doctrina social de la Iglesia un importante apoyo y una rica fuente de inspiración.
La doctrina social es un terreno fecundo para cultivar el diálogo y la colaboración en campo ecuménico, que hoy en día se realizan en diversos ámbitos a gran escala: en la defensa de la dignidad de las personas humanas; en la promoción de la paz; en la lucha concreta y eficaz contra las miserias de nuestro tiempo, como el hambre y la indigencia, el analfabetismo, la injusta distribución de los bienes y la falta de vivienda. Esta multiforme cooperación aumenta la conciencia de la fraternidad en Cristo y facilita el camino ecuménico.
En la común tradición del Antiguo Testamento, la Iglesia católicasabe que puede dialogar con sus hermanos hebreos, también mediante su doctrina social, para construir juntos un futuro de justicia y de paz para todos los hombres, hijos del único Dios. El común patrimonio espiritual favorece el conocimiento mutuo y la estima recíproca, sobre cuya base puede crecer el entendimiento para superar cualquier discriminación y defender la dignidad humana.
La doctrina social se caracteriza también por una llamada constante al diálogo entre todos los creyentes de las religiones del mundo, a fin de que sepan compartir la búsqueda de las formas más oportunas de colaboración: las religiones tienen un papel importante en la consecución de la paz, que depende del compromiso común por el desarrollo integral del hombre. Con el espíritu de los Encuentros de oración que se realizan en Asís, la Iglesia sigue invitando a los creyentes de otras religiones al diálogo y a favorecer, en todo lugar, un testimonio eficaz de los valores comunes a toda la familia humana. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia III, c,12, nn.534-537).
El pasado día 15 del presente mes en la apertura de la Asamblea Plenario de los Obispos, su Presidente Cardenal Juan José Omella afirmaba: “ La Iglesia y cada uno de los católicos somos llamados a ejercer un liderazgo ético en el mundo de la economía, de la política y de nuestras relaciones particulares.” Y añadia: “En España existe un creciente y grave problema que se llama desigualdad social”. “Este es un reto que tenemos que abordar para asegurar la dignidad de todos y la necesaria justicia social que es siempre garantía de paz social”.
Es necesario, por tanto, que mejoremos nuestro conocimiento de la doctrina social de la Iglesia para poder ejercer ese “liderazgo ético” al que somos llamado.
Rafael Serrano Molina
No hay comentarios:
Publicar un comentario