La doctrina social es un punto de referencia indispensable para una formación cristiana completa. <<Es absolutamente indispensable –sobre todo para los fieles laicos comprometidos de diversos modos en el campo social y político- un conocimiento más exacto de la doctrina social de la Iglesia>>.
El valor formativo de la doctrina social debe estar más presente en la actividad catequética. La catequesis es la enseñanza orgánica y sistemática de la doctrina cristiana, impartida con el fin de iniciar a los creyentes en la plenitud de la vida evangélica. El último fin de la catequesis <<es poner a uno no sólo en contacto, sino en comunión, en intimidad con Jesucristo>>, para que así pueda conocer la acción del Espíritu Santo, del cual proviene el don de la vida nueva en Cristo. Con esta perspectiva de fondo, en su servicio de educación en la fe, la catequesis no debe omitir, <<sino iluminar como es debido […] realidades como la acción del hombre por su liberación integral, la búsqueda de una sociedad más solidaria y fraterna, las luchas por la justicia y la construcción de la paz>>. Para este fin, es necesario procurar una presentación integral del Magisterio social, en su historia, en sus contenidos y en sus metodologías. Una lectura directa de las encíclicas sociales, realizada en el contexto eclesial, enriquece su recepción y su aplicación, gracias a la aportación de las diversas competencias y conocimientos profesionales presentes en la comunidad.
(Para facilitar este contacto directo con las Encíclicas sociales tengo el propósito próximamente de ir presentando próximamente una introducción y resumen de cada una de ellas).
Es importante, sobre todo en el contexto de la catequesis, que la enseñanza de la doctrina social se oriente a motivar la acción para evangelizar y humanizar las realidades temporales. De hecho, con esta doctrina la Iglesia enseña un saber teórico-práctico que sostiene el compromiso de transformación de la vida social, para hacerla cada vez más conforme al diseño divino. La catequesis social apunta a la formación de hombres que respetuosos del orden moral, sean amantes de la genuina libertad, hombres que <<juzguen las cosas con criterio propio a la luz de la verdad, que ordenen sus actividades con sentido de responsabilidad y que se esfuercen por secundar todo lo verdadero y lo justo asociando de buena gana su acción a la de los demás>>. Un valor formativo extraordinario se encuentra en el testimonio del cristianismo fielmente vivido: <<Es la vida de santidad, que resplandece en tantos miembros del pueblo de Dios frecuentemente humildes y escondidos a los ojos de los hombres, la que constituye el camino más simple y fascinante en el que se nos concede percibir inmediatamente la belleza de la verdad, la fuerza liberadora del amor de Dios, el valor de la fidelidad incondicionada a todas las exigencias de la ley del Señor, incluso en las circunstancias más difíciles>>.
La doctrina social ha de estar en la base de una intensa y constante obra de formación, sobre todo de aquella dirigida a los cristianos laicos. Esta formación debe tener en cuenta su compromiso en la vida civil: <<A los seglares les corresponde, con su libre iniciativa y sin esperar pasivamente consignas y directrices, penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que viven>>. El primer nivel de la obra formativa dirigida a los cristianos laicos debe capacitarlos para encauzar eficazmente las tareas cotidianas en los ámbitos culturales, sociales, económicos y políticos, desarrollando en ellos el sentido del deber practicado al servicio del bien común. Un segundo nivel se refiere a la formación de la conciencia política para preparar a los cristianos laicos al ejercicio del poder político: <<Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal>>.
Las instituciones católicas pueden y deben prestar un precioso servicio formativo, aplicándose con especial solicitud en la inculturación del mensaje cristiano, es decir, al encuentro fecundo entre el Evangelio y los distintos saberes. La doctrina social es un instrumento necesario para una eficaz educación cristiana al amor, la justicia, la paz así como para madurar la conciencia de los deberes morales y sociales en el ámbito de las diversas competencias culturales y profesionales.
Ejemplos de esta institución formativa pueden ser las <<Semanas Sociales>> que el Magisterio ha animado siempre y se celebran en diversos lugares desde hace muchos años. Así mismo las Jornadas de Católicos y vida pública que cada año se celebran en Madrid organizadas por la Asociación Católica de Propagandistas y las que se celebran en distintas diócesis. Animo a cuantas católicos deseen profundizar en su formación en la doctrina social a participar en esta actividades formativas. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. III , c. 12. Nn. 528-532)
Rafael Serrano Molina
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