El domingo 28 de julio se celebra la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores. El lema elegido por el Santo Padre este año es En la vejez no me abandones (Salmo 71,9). Se nos invita, a todas las diócesis, parroquias, asociaciones y comunidades eclesiales del mundo, a sumarnos a esta jornada desde nuestro propio contexto pastoral.
En esta cuarta edición la Iglesia está llamada a redescubrir la fraternidad, a construir vínculos, a vivir una jornada que conciencie ante el sufrimiento evitable de la soledad, que hoy viven, sin quererlo, tantas personas mayores.
Desde el Secretariado Diocesano para el Adulto Mayor animan, además de preparar la misa del domingo 28 de julio con una especial participación de la feligresía más mayor, a realizar otro gesto significativo para expresar la intención de esta cuarta edición. Organizar visitas para que el aliento afectuoso y la consolación espiritual de la jornada llegue a los ancianos más aislados de la comunidad.
El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida propone organizar momentos de reflexión dedicados a los mayores en la propia comunidad. Humana y espiritualmente, el tema de la soledad no deseada tiene muchas implicaciones y, es por ello, que merece una dedicación especial.
Indulgencia plenaria para los participantes en la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores
Con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores, la Penitenciaría Apostólica concederá la indulgencia plenaria en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice) a abuelos, mayores y a los fieles que, «movidos por un verdadero espíritu de penitencia y caridad», participen en este evento, que se celebra el 28 de julio. Así lo establece un decreto firmado por el penitenciario mayor, cardenal Angelo De Donatis.
También podrán beneficiarse de ella aquellos que dediquen ese día un tiempo a visitar a mayores o personas en dificultad —enfermos, gente sola o personas con discapacidad…— y, siempre que se desprendan de todo pecado y tengan la intención de cumplir las tres condiciones habituales lo antes posible, a los mayores enfermos y a sus cuidadores, así como a todos aquellos que no pudiendo salir de casa por un motivo grave, se unan espiritualmente a los sagrados servicios de la Jornada Mundial, ofreciendo al Dios Misericordioso sus oraciones, dolores o sufrimientos de su vida, especialmente mientras se retransmitan las diversas celebraciones a través de los medios de comunicación.
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