Con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, Manos Unidas quiere poner el foco en las mujeres empobrecidas, las más vulnerables y castigadas por la desigualdad imperante en el mundo, que condena al hambre y la pobreza a millones de personas. Una desigualdad que la ONG de la Iglesia católica está denunciando con su campaña «Nuestra indiferencia los condena al olvido».
Manos Unidas entiende la desigualdad como algo que va más allá de un desequilibrio económico y que reúne, al menos, tres características: discriminación en las oportunidades de vida, persistencia de las inequidades y el profundo deterioro en las condiciones para una vida digna. Estas desigualdades afectan principalmente a las mujeres y a las niñas, que siempre ven más vulnerados sus derechos y están más expuestas a las consecuencias que sobre sus vidas puede tener esa inequidad.
«Aunque las mujeres representan la mitad de la población mundial y, teóricamente, tienen los mismos derechos y deberes, y la misma dignidad que los hombres, en ningún lugar del mundo, ni siquiera en las sociedades más avanzadas, han conseguido la deseada igualdad», asegura María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas.
Para hacer frente a estas situaciones discriminatorias, Manos Unidas reivindica la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y trabaja por la erradicación de prácticas ancestrales como el matrimonio forzado o la ablación genital femenina. «Desde nuestros orígenes, la mujer ha sido eje transversal de todas nuestras iniciativas, pero tenemos, además, proyectos especialmente dirigidos a trabajar la equidad desde todos los ámbitos”, explica Encarni Escobar, del área de Proyectos de la ONG.
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