El pasado jueves 25 de julio, el blog de nuestro Obispo comenzaba así su post:
Feliz día del Apóstol Santiago, Patrón de España. Felicidades a todos los que celebran su onomástica ¡Qué lección tan profunda nos da el Evangelio de hoy a partir de una situación humana tan común y tan normal! Podríamos estar representados cada uno de nosotros en esos criterios que expresan los apóstoles, en concreto Santiago y Juan. Jesús acaba de hablar de su Pasión, y acto seguido, lo que les inquieta a los apóstoles, lo que llevan en la cabeza, sobre lo que discuten por el camino es sobre quién va ocupar los mejores puestos ¿No es un gran contraste? No puede ser mayor, es como el día y la noche. Jesús está pensando en dar la vida, en morir por nosotros y en sufrir, dando así una lección de vida, y los apóstoles están pensando en los puestos de honor.
Algo parecido nos pasa a nosotros. Eso es lo más penoso e hiriente, por lo menos para mí. Jesús, en la relación con Él, nos muestra las cosas más sublimes, mientras nosotros estamos pensando en “aquí quien manda…por qué no me han puesto a mí…a éste le quieren más, etc…”. Qué ruines somos a veces por nuestros propios intereses, que nos ciegan para ver el plan de Dios.
Jesús les hace una pregunta un poco desconcertante: ¿vosotros estáis dispuestos a beber “el cáliz que yo voy a beber“, esto es, a sufrir la pasión que yo voy a sufrir, a este bautizo de sangre que voy a realizar? Ellos no saben de qué está hablando Jesús, a pesar de haber anunciado repetidamente su pasión, y muy lanzados -para eso eran los hijos del trueno- afirman que sí, que los primeros. Parece que Jesús, en su maravillosa pedagogía, acepta la propuesta. Aprovecha la situación y el modo de ser de Santiago y Juan. Esto nos lleva a una conclusión que ya conocemos: Él siempre cuenta con nosotros, nos ama como somos, para desde lo que somos hacer su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario