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miércoles, 25 de marzo de 2020

REFLEXIONES DE UN CRISTIANO CORRIENTE

Por Rafael Serrano Molina

Ante la situación de la actual crisis por la pandemia del coronavirus, Covid-19, he reflexionado, como cristiano, tratando de vislumbrar los signos de los tiempos. Estamos en una situación muy penosa, sin duda, que afecta a todo el mundo y a todas las personas, especialmente a las personas más vulnerables, ancianos, indigentes, emigrantes...; pero es una situación permitida por Dios, a través de la cual quiere hacernos llegar un mensaje.
¿Qué nos quiere decir Dios en esta situación?
En mi reflexión, he pensado que en primer lugar Dios nos llama a una más sincera conversión, a poner nuestra mirada en Dios Padre misericordioso, en Jesucristo, único Salvador. Hemos de poner en Él nuestra esperanza y pedir insistentemente la salvación.
Creo que Dios espera de nosotros, los cristianos, en esta situación poner también todos los medios humanos a nuestro alcance para superarla. Por ello hemos de sentirnos y manifestarnos solidarios con nuestros conciudadanos y con todos los hombres, acatando con sentido de responsabilidad las normas emanadas de la legítima autoridad, como medidas para atajar la propagación del contagio. Como cristiano, debo respeto y obediencia a la autoridad legítima, siempre que no actúe en contra de “las exigencias del orden moral, de los derechos fundamentales de las personas o de las enseñanzas del Evangelio” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, pfo. 399).
Mi condición de cristiano me exige más: son tiempos para vivir con mayor intensidad la caridad, la ley suprema del cristianismo, preocupándonos por los demás, ayudando a cuantos podamos, especialmente a los que más nos necesiten, sean familiares, vecinos o personas a las que podemos prestar cualquier servicio, personas que por sus circunstancias personales no puedan salir de sus
domicilios: llevarles alimentos, medicamento o cualquier otra cosa que precisen. Demostrar a todos nuestra preocupación por ellos, darles palabras de aliento y esperanza, y estar dispuestos a darnos nosotros mismos, por los demás. En estos momentos hay muchas personas cumpliendo heroicamente su deber para atender a las necesidades básicas de todos, médicos, enfermeras y enfermeros, personal sanitario, policías, farmacéuticos empleados de servicios indispensables... A ellos debemos reconocerles su labor, agradecerlo y pedir a Dios les dé fortaleza para el cumplimiento de su abnegada función y colaborar con ellos, siguiendo de buena gana, sin quejas ni protestas, sus indicaciones, para facilitarles su trabajo.
Pido con el Santo Padre a la Santísima Virgen que interceda por nosotros ante su Hijo “para que como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.”

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