Por Rafael Serrano Molina
Ante la situación de la actual crisis por la pandemia del coronavirus, Covid-19, he reflexionado, como cristiano, tratando de vislumbrar los signos de los tiempos. Estamos en una situación muy penosa, sin duda, que afecta a todo el mundo y a todas las personas, especialmente a las personas más vulnerables, ancianos, indigentes, emigrantes...; pero es una situación permitida por Dios, a través de la cual quiere hacernos llegar un mensaje.
¿Qué nos quiere decir Dios en esta situación?
En mi reflexión, he pensado que en primer lugar Dios nos llama a una más sincera
conversión, a poner nuestra mirada en Dios
Padre misericordioso, en Jesucristo, único
Salvador. Hemos de poner en Él nuestra
esperanza y pedir insistentemente la salvación.
Creo que Dios espera de nosotros, los
cristianos, en esta situación poner también
todos los medios humanos a nuestro alcance
para superarla. Por ello hemos de sentirnos
y manifestarnos solidarios con nuestros
conciudadanos y con todos los hombres,
acatando con sentido de responsabilidad las
normas emanadas de la legítima autoridad,
como medidas para atajar la propagación
del contagio. Como cristiano, debo respeto
y obediencia a la autoridad legítima, siempre que no actúe en contra de “las exigencias del orden moral, de los derechos fundamentales de las personas o de las enseñanzas del Evangelio” (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, pfo. 399).
Mi condición de cristiano me exige más:
son tiempos para vivir con mayor intensidad
la caridad, la ley suprema del cristianismo,
preocupándonos por los demás, ayudando a
cuantos podamos, especialmente a los que
más nos necesiten, sean familiares, vecinos
o personas a las que podemos prestar cualquier servicio, personas que por sus circunstancias personales no puedan salir de sus
domicilios: llevarles alimentos, medicamento o cualquier otra cosa que precisen. Demostrar a todos nuestra preocupación por
ellos, darles palabras de aliento y esperanza,
y estar dispuestos a darnos nosotros mismos, por los demás. En estos momentos hay
muchas personas cumpliendo heroicamente
su deber para atender a las necesidades básicas de todos, médicos, enfermeras y enfermeros, personal sanitario, policías, farmacéuticos empleados de servicios indispensables... A ellos debemos reconocerles su labor, agradecerlo y pedir a Dios les dé fortaleza para el cumplimiento de su abnegada
función y colaborar con ellos, siguiendo de
buena gana, sin quejas ni protestas, sus indicaciones, para facilitarles su trabajo.
Pido con el Santo Padre a la Santísima
Virgen que interceda por nosotros ante su
Hijo “para que como en Caná de Galilea,
pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario