Queda un día para el gran momento: la Consagración de la Diócesis al Sagrado Corazón de Jesús. Es una consagración: ser todo de Cristo, por los demás. Una decisión firme que se hace realidad por su fuerza en nosotros: de poder vivir hasta el fondo en los sentimientos de Jesús (cf. Flp 2, 6)
¿Y qué hay en el Corazón de Cristo sino inquietud por la gente, por su salvación, y especialmente por sus preferidos: los más necesitados de amor? Su Corazón es una puerta perennemente abierta y así nos invita a nosotros a vivir: abiertos, lanzados a la misión, “en salida”.
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