La Catedral de Cádiz fue ayer el escenario de una jornada de profunda alegría y fervor para la Iglesia diocesana, con la celebración de las ordenaciones sacerdotales y diaconales presididas por Mons. Rafael Zornoza, junto a una buena parte del clero diocesano y ante la presencia de cientos de fieles.
En una ceremonia cargada de emoción, recibieron el orden del presbiterado George Gitahi y Marcos Soares del Seminario Redemptoris Mater de Cádiz y Ceuta, mientras que fueron ordenados diáconos Israel Guerrero y Carlos Millán del Seminario Conciliar San Bartolomé, que continúan así su camino hacia el sacerdocio.
“Aspirad a la santidad, que es un amor apasionado a Cristo que os hará testigos admirables, a pesar de vuestros defectos, capaces de contagiar entusiasmo en el seguimiento como discípulos de Jesús y celo por llevar a cabo la misión que os encomienda el Señor, sin rebajar las exigencias de la vida sacerdotal o conformarse con lo rutinario.”
Mons. Zornoza subrayó la dimensión fraterna y espiritual de la misión sacerdotal, en sintonía con el reciente mensaje del Papa León XIV:
“Vosotros, queridos ordenandos, comprendéis que esta misión solo es posible gracias a una experiencia profunda de amor. Jesús os pide vivir una amistad con Él y con los compañeros de camino, como nos acaba de decir el Papa León. Esa amistad y fraternidad son la base para transmitir el sentido de un camino hacia el corazón de Dios.”
El prelado también animó a los nuevos ministros a ser hombres de Dios para un mundo necesitado de esperanza:
En una fecha especialmente significativa para la Iglesia, coincidiendo con la fiesta del Inmaculado Corazón de María, el Obispo recordó la importancia de confiar siempre en la protección de la Virgen:
“Nunca os apartéis de María. Ella, Madre del Redentor, os acompañará y enseñará a guardar en el corazón todo lo de Cristo, aun sin comprenderlo todo, pero siempre con amor abandonado y fidelidad.”
Cerrando su mensaje, Mons. Zornoza dejó un llamado claro a vivir el sacerdocio como una vida entregada por amor:
“Recordadlo siempre: sois sacerdotes en Cristo Jesús, para gloria de Dios y salvación del mundo. Dejad que el Buen Pastor os llene de su amor y viviréis así, moldeados por su gracia, rebosantes de la alegría del Señor, para ser sacramento de su amor en la sociedad.”
La celebración concluyó con la emoción de los familiares, la alegría de la comunidad diocesana y el compromiso renovado de estos nuevos servidores del Evangelio, que se suman a la misión evangelizadora de la Iglesia en Cádiz y Ceuta.
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