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martes, 11 de febrero de 2025

La Diócesis de Cádiz y Ceuta reflexionó sobre la llamada de Dios en el Congreso Nacional de Vocaciones

 


Entre el 7 y el 9 de febrero, la Iglesia en España ha celebrado el Congreso Nacional de Vocaciones, bajo el lema «¿Para quién soy?». Este evento, realizado en el Madrid-Arena, ha reunido a 3.000 participantes de 70 diócesis españolas, incluyendo a la Diócesis de Cádiz y Ceuta, representada por su obispo, Mons. Rafael Zornoza, sacerdotes y formadores del Seminario San Bartolomé de Cádiz.


El Congreso, con un enfoque en la vocación como llamada personal y comunitaria, ha sido una verdadera fiesta del Espíritu, donde los asistentes han reflexionado sobre la vida cristiana como una vocación a vivir y a servir. La apertura del evento estuvo marcada por la proyección del vídeo-clip del himno «Para quién soy yo», compuesto y cantado por el grupo Hakuna. Los periodistas Mª Ángeles Fernández y Fran Otero animaron al público a participar en una dinámica que interpeló profundamente sobre la importancia de escuchar la voz de Dios.

El encuentro también fue ocasión para la reflexión y el discernimiento vocacional. En sus palabras de bienvenida, el cardenal Mons. José Cobo destacó la importancia de las preguntas fundamentales en la vida, subrayando que el tiempo actual exige una renovación del asombro ante la llamada de Dios. En este sentido, afirmó que el Congreso tenía como objetivo despertar a los participantes a la conciencia de que «la vida cristiana es vocación», y que cada persona está llamada a una misión única.

El Congreso también presentó ponencias clave, como la de Ana Samboal y Alfonso Alonso-Las Heras, quienes subrayaron que la vocación es un don divino que se debe descubrir y responder. Además, se ofrecieron diversos itinerarios formativos sobre Comunidad, Palabra, Vocación y Sujeto, en los que participaron más de 3.000 congresistas, así como 64 talleres interactivos que profundizaron en estos temas.


La jornada final del Congreso culminó con la ponencia titulada «Un pueblo de Dios vocacional: De los sueños a los retos», donde se afirmó que la vocación cristiana es un mensaje de alegría tanto para la Iglesia como para el mundo.
 

Mons. Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, presidió la Eucaristía de envío, que marcó el cierre de este evento lleno de fe y esperanza. Este Congreso ha sido, sin duda, un hito importante para fortalecer la cultura vocacional en la Iglesia española, ayudando a que cada uno de los participantes descubra su vocación personal y comunitaria. La Diócesis de Cádiz y Ceuta, con su presencia activa, ha sido parte de este importante paso hacia una Iglesia misionera y vocacional, que sigue respondiendo a la llamada de Dios con alegría y compromiso.

 

 

P. Ángel Luis Romero Carbonell, Rector Seminario Redemptoris Mater de Cádiz y Ceuta.

Un grupo de la diócesis de Cádiz y Ceuta hemos participado durante los días 7 al 9 de febrero de 2025, en el Congreso que ha tenido lugar en Madrid sobre las vocaciones, organizado por la Conferencia Episcopal Española, bajo el lema, sugerido por el Papa Francisco: «Para quién soy». El concepto de «vocación» ha sido presentado en un sentido amplio, por lo cual los participantes representaban la vocación al matrimonio, al presbiterado, a la vida consagrada, a la misión, etcétera. Esta amplitud de miras, sobre la vocación, ha supuesto un elevado número de participantes:

Más de 3.000 congresistas, más de 400 presbíteros y 65 obispos, prácticamente la totalidad de la Conferencia Episcopal Española, entre sus miembros nuestro obispo Mons. Rafael Zornoza Boy. El encuentro ha tenido lugar en las instalaciones de la «Arena de Madrid» en el conocido «Palacio de Cristal». Han sido unos días para compartir la experiencia cristiana de la fe y de la llamada a seguir a Jesucristo.

El primer día, hubo algunos saludos de acogida de parte del arzobispo de Madrid, el Cardenal José Cobo, también del Nuncio de su Santidad Mons. Bernardito Auza y del presidente de la Conferencia Episcopal Mons. Luis Argüello, arzobispo de Valladolid. Las jornadas han sido organizadas a base de Ponencias Generales, que tenían lugar a primera hora y luego, la gran cantidad de participantes, se dividía en grupos más pequeños, para los cuales se ofrecían más de 60 talleres de temas relacionados con la vocación.

La verdad es que ha sido una experiencia sumamente enriquecedora y dinámica. Las celebraciones han sido acompañadas siempre de música, incluso de baile, en el Festival celebrado el sábado por la noche, con música y canciones de carácter religioso, gracias a lo cual se ha creado un ambiente distendido y alegre.

El grupo que ha participado de la diócesis de Cádiz y Ceuta éramos 15 personas, y en el mismo estaban representadas la vocación al presbiterado, la vocación al matrimonio, la vocación a la vida religiosa y también a la misión «ad gentes».

Para todos nosotros ha sido un momento de comunión, a nivel nacional y también de comunión entre el grupo que hemos participado de nuestra diócesis.

José Sánchez Pérez, Director del Secretariado de Misiones de la Diócesis de Cádiz y Ceuta

¿Para quién soy? ¿…yo?

Se nos piden unas anotaciones de lo vivido en el Congreso de Vocaciones que acabamos de celebrar, tanto es así que acabo de entrar en mi casa. Saludada la familia, desechas la maleta y la mochila, nos ponemos mano a la obra. Desde luego que podríamos decir como en el cántico de Simeón: “Ahora, Señor”. Sí, “ahora”, ya que lo vivido en el Congreso invita a pensar que tantos llamados, en torno a las tres mil quinientas (3500) personas, serán capaces de contagiar en sus diócesis, con la gracia del Espíritu Santo, el fuego que arde en sus corazones.

Bajo una organización muy eficiente, se fueron viviendo momentos de oración, celebración, ponencias y talleres en los que la inmensa riqueza de la Iglesia se fue plasmando ante la enorme atención de los congresistas. También hubo lugar para lo lúdico con una magnífica fiesta-concierto.

¿En qué aspectos pararnos, dónde poner el foco para compartir, en unas breves notas, todo lo recibido?

Desde luego no puede faltar, y se ha de señalar de manera destacada, que el Amor a Cristo, se desbordaba por los poros y se notara a flor de piel. La intensidad con la que todos estábamos inmersos en las propuestas tan ricas y variadas hacía que el frenesí de los horarios apretados y agotadores fuese una cosa menor. La pasión con la que los ponentes, tanto de las ponencias como de los talleres, compartían y nos adentraban en sus vidas compartidas, hacía llevadero tanta exigencia horaria.

La pregunta que nos convocaba ¿Para quién soy?, tuvo múltiples respuestas y propuestas. A lo largo de estos días las podremos ir conociendo más e ir desgranándolas para posteriormente compartirlas. Aunque no queremos dejar de señalar que todos los congresistas lo tenían claro. Nuestra búsqueda, Su llamada, nuestra entrega misionera a la vocación propuesta, solo tenían una respuesta: PARA CRISTO.

Esa será la principal motivación para ahora en el post-congreso llevarla a las diócesis y hacer que todos se enteren, dentro y fuera de la Iglesia, de que la búsqueda sí tiene fruto, ya que el Señor no deja de llamar y mostrarnos su misericordia. Y la respuesta a la pregunta somos cada uno de nosotros. Así que no tengamos miedo a querer SER y serlo para Cristo.

Ya que los que han visto, en la Eucaristía, saben que es “Ahora, Señor”.

Juan Pablo Sánchez del Solar, seminarista Redemptoris Mater de la Diócesis de Cádiz y Ceuta

¿Quién soy? Vs ¿Para quién soy?

¿Qué es la Iglesia? Vs ¿Quiénes son la Iglesia?

¿Qué es la vocación? Vs ¿Cuál es mi vocación?

Parece que estas preguntas no tienen importancia, que da lo mismo, pero según el Congreso Nacional de las Vocaciones del 7 al 9 de febrero en Madrid, son en esas preguntas donde nos jugamos la identidad y misión de la Iglesia.

Durante mi estancia con el grupo de la diócesis de Cádiz y Ceuta en Madrid pensaba que el problema de las vocaciones era: la secularización, la crisis de la familia, la disminución de pastorales en orden a promover la vocación consagrada… Pero tras el consejo me llevo la idea de que no es así, sino el problema es que dentro de la propia Iglesia hemos perdido la noción de vocación reduciéndola a: Quiero ser cura, quiero ser consagrada, quiero casarme… Donde el centro de estas elecciones es el “YO”, un yo que como nos dijo Mons. Luis Argüello: Es egoísta, cerrado en sí mismo, sin ningún tipo de encuentro con el otro… Se nos decía en la ponencia inicial que vivimos en una cultura: relativista, individualista… puede ser que en nuestras iglesias particulares se haya metido esta visión. Por eso nos comentaban es fácil responder a las preguntas de forma externa: ¿Qué es la Iglesia? ¿Qué es la vocación? Pero nos cuenta implicarnos en las preguntas: SOY IGLESIA, CUÁL ES MI PAPEL DENTRO DE LA IGLESIA.

Esta idea se nos ha ido explicando que la vocación, no es algo: individual, privado… que yo vivo con Dios. Sino como nos dijo Eloy Bueno en su ponencia: El anuncio del kerygma que he escuchado en la Iglesia me hace querer vivir con Cristo e incorporarme a ella. Y dentro de esas comunidades de llamados por el anuncio del Evangelio: Se organiza las celebraciones (presidente, lector, cantor); se profundiza en la fe (teólogos); se anuncia (misioneros), pero lo que hay común es la misma fe. Nos decía también que en la iglesia primitiva, a pesar de las dificultades no se encontraban textos de “problemas de vocaciones”, sino que es la misma comunidad cristiana la que en funcionamiento de la misma discernía y asignaba los carismas, nos proporcionaba el ejemplo de: S. Ambrosio que fue obispo siendo catecúmeno, o el ejemplo de Pablo y Bernabé en Antioquía que reunidos en asamblea, se ve claramente cómo el Espíritu Santo actúa: “dijo el Espíritu Santo: Separadme a Bernabé y a Saulo para la tarea que he decidido encomendarles” (Hch 13, 2). Por tanto, en base a esto nos explicaba que la vocación a cumplir la voluntad de Dios como plan para hacernos felices, se concretiza en una vocación concreta en la comunidad cristiana como don por parte de Dios, pero si en la Iglesia, como bautizados, no nos preguntamos: ¿Cuál es mi misión? ¿Cómo la Iglesia me puede ayudar a descubrirla? Es que hemos perdido la identidad de ser cristiano, se nos decía: La Iglesia es misionera y es Iglesia vocacional. No todos tienen que ser presbíteros o consagrados, pero sí nos tenemos que hacer la pregunta: ¿Para quién soy? Porque he sido hecho por Dios: por amor y para el amor.

Para ir acabando nos dijo Mons. Luis Argüello, que el yo, cuando tengo la conciencia clara de ser Iglesia, no es un yo egoísta, cerrado en sí mismo, con miedo a la muerte… sino un yo abierto al encuentro con otro, a preguntarse para quién soy… eso es la identidad del cristiano. Por tanto, hoy más que nunca hay que promover una cultura vocacional donde el lema sea: ¿Para quién soy? Donde la gente encuentre su lugar en la Iglesia, que es la que acompaña y discierne.

P. Antonio Jesús Rodríguez Báez, Vicerrector Seminario Conciliar San Bartolomé de Cádiz y Ceuta

El texto bíblico escogido por el Papa Francisco para la Bula de convocatoria del Jubileo del año 2025 es evocador: ‘La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado’ (Rom 5, 5). Me permito tomar este texto como pórtico de mi contribución a la memoria y al testimonio como participante del Congreso Nacional de Vocaciones ‘¿Para quién soy?’, celebrado en Madrid los días 07 al 09 de febrero de 2025.

La esperanza no defrauda porque es Dios mismo quien se da a conocer y se hace presente en nuestras vidas. En la vocación fundamental a la vida se nos ha revelado su existencia como dadora de sentido. De esta manera, nos llama a la vida por la fe: creer en Dios- Trinidad, que se ha revelado en la plenitud de los tiempos en Jesús de Nazaret.

Además, el Señor nos llama a una vocación personal y singular. Todos somos hijos de Dios y todos estamos llamados a conocer y entregarnos a esa llamada en vocación. Bien sabemos que son muchos los factores sociales, culturales, políticos, ideológicos, etc., que están afectando la vida de los cristianos en España. Y, sin embargo, caminamos en esperanza, porque sabemos de quién nos hemos fiado.

La celebración del Congreso por las vocaciones ha sido un soplo de esperanza para los que hemos participado. Allí se ha hecho presente la Iglesia universal y la Iglesia local en sus innumerables vocaciones y estados de vida. En este caminar juntos hemos orado, reflexionado, discernido, celebrado, compartido, … , con el fin de ser instrumentos del Señor para la nueva evangelización. No es posible ser creyentes si no es por un encuentro con Dios que propicie la conversión y el seguimiento por la fe. Este Congreso ha tenido como objetivo reafirmarnos como hijos de Dios llamados a la misión y ofrecernos instrumentos para la pastoral vocacional, tan urgente y necesaria en nuestra Iglesia.

El desarrollo del Congreso ha sido intenso y agotador, ya que en muy poco tiempo se ha ofrecido mucho contenido: testimonial, experiencial, teológico, metodológico, etc. La dinámica siempre ha comenzado con la oración y ha tenido como centro la Eucaristía. Varias ponencias marco que centraban el trabajo y la reflexión, y 64 talleres, de los que cada congresista participó en 4. El momento festivo se visibilizó en el festival del sábado por la noche.

Ha sido un evento eclesial con rostro sinodal: Iglesia en camino, que invoca al Espíritu Santo para que la asista y discierna sobre las vocaciones.

Además, por propio testimonio, me siento muy feliz de haber participado, ya que me he encontrado con sacerdotes, religiosas y seglares que hacía tiempo que no veía.

El grupo de fieles que hemos representado a nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta deseamos ofrecer nuestro testimonio y ponernos en marcha en ese objetivo mayor del Congreso de fomentar una cultura y pastoral vocacional diocesana. No es trabajo de unos pocos, es llamada a todo el pueblo de Dios a acogerle, a ayudar a quien no le ha conocido y a discernir la vocación a la que Dios llama a cada uno.

Doy gracias al Señor, a la Virgen Santa María y las gracias a todos los que lo han hecho posible.

Álvaro Carrasco Ruiz y Paula Romero Devesa, Profesores de Religión, Miembros de la Pastoral Juvenil Diocesana y futuro matrimonio

El pasado fin de semana tuvimos la oportunidad de participar juntos en el Congreso Nacional de Vocaciones en Madrid, organizado por la Conferencia Episcopal Española. Fue una experiencia profundamente enriquecedora, no solo a nivel personal, sino también en nuestra vocación como futuro matrimonio y como profesores de religión católica.

Las ponencias y talleres sobre la vida matrimonial fueron especialmente significativos para nosotros. Nos ayudaron a profundizar en la belleza del matrimonio como vocación y a redescubrir cómo, en nuestra vida cotidiana, estamos llamados a evangelizar desde el amor que compartimos. Comprendimos con más claridad que nuestra primera vocación es responder a la llamada de Jesús, quien nos invita a seguirle con generosidad en el camino que Él nos propone. Somos para Él, y cada paso que damos debe ser una respuesta a su amor infinito.

Asimismo, el congreso nos brindó un espacio de formación y crecimiento a través de los talleres impartidos por Fano y la Coordinadora Vedruna de España. Como docentes, fue un regalo poder conocer nuevas metodologías y recursos para transmitir la fe con creatividad y profundidad. Estos espacios de aprendizaje nos han dado herramientas valiosas para seguir acompañando a nuestros alumnos en su propio camino de fe, ayudándoles a descubrir su propia vocación en la Iglesia y en el mundo.

Nos marchamos de este congreso con el corazón lleno de gratitud y renovados en nuestra misión. Nos sentimos llamados a seguir adelante con alegría, viviendo nuestra vocación con fidelidad y compartiendo con otros lo que hemos recibido. Que el Señor siga guiando nuestro camino y el de todos aquellos que buscan descubrir su lugar en su plan de amor.

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