APOSTOLADO SEGLAR. CÁDIZ Y CEUTA
La Delegación Diocesana de Apostolado Seglar tiene como misión específica la promoción de la formación y del compromiso transformador de la realidad de los fieles laicos, así como el fomento de la comunión entre los movimientos, comunidades y asociaciones con presencia en la Diócesis.
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lunes, 8 de diciembre de 2025
domingo, 7 de diciembre de 2025
Primer encuentro entre Mons. Valdivia y la Junta Ejecutiva de la Delegación de Hermandades y Cofradías
En la mañana del jueves 4 de diciembre, el Administrador Apostólico ha recibido a la Junta Ejecutiva de la Delegación Diocesana para las Hermandades y Cofradías. El encuentro, desarrollado en un clima cordial y fraterno, permitió un acercamiento directo a la realidad cofrade de la Diócesis.
Durante la reunión, D. Ramón mostró especial interés por la situación actual de las Hermandades así como por el funcionamiento de la Delegación y de los Consejos Locales, subrayando la importancia del camino cofrade dentro de la vida de la Iglesia y manifestando su cercanía y apoyo a esta expresión de fe popular.
Otro de los temas abordados fue la formación y su vital trascendencia en el crecimiento espiritual de los cofrades. Asimismo, se dialogó sobre la juventud cofrade, destacando el compromiso del Administrador Apostólico de acompañar a los jóvenes en los próximos encuentros que se celebrarán en Puerto Real y Los Barrios los días 26 y 27 de diciembre, respectivamente.
Este primer encuentro se desarrolló en un ambiente de sintonía e ilusión compartida, con la mirada puesta en seguir trabajando unidos por la Iglesia Local a través de la Piedad Popular.
sábado, 6 de diciembre de 2025
viernes, 5 de diciembre de 2025
Mensaje de Mons. Valdivia a los voluntarios de Cáritas Diocesana de Cádiz, con motivo del Día Internacional del Voluntariado
Quridos voluntarios de Cáritas Diocesana de Cádiz:
Uno de los primeros actos como Administrador Apostólico de la Diócesis es dirigirme a vosotros, agradecido por vuestra entrega. Gracias de corazón por tanto recibido de cada uno de vosotros.
Celebrar el Día Internacional del Voluntario es un momento oportuno para reflexionar las razones que nos motivan a dar lo mejor de nosotros mismos. ¿Qué es lo que ha ocurrido en nuestra vida para que, en un momento determinado, saliéramos de nuestra comodidad y abrirnos al encuentro de los demás?
Muchos han descubierto la lógica del don a través de la misma experiencia. El recibir el ciento por uno pertenece a la naturaleza humana, como lo demuestra el amor humano: por ejemplo, el amor de las madres, de los amigos, de los enamorados. Pero hay un don más radical; el que hemos recibido de Nuestro Señor, cuando, viendo nuestra pobreza, Él compartió su pobreza para hacernos ricos en su amor. De repente, nos quedamos sorprendidos de que Dios pusiera su mirada en nosotros, que somos tan pobres. Entonces, se fue abriendo en nosotros, poco a poco, una mirada nueva sobre quienes teníamos alrededor y apenas conocíamos, la indiferencia se fue convirtiendo en conocimiento, y el conocimiento en amor.
En efecto, es el amor lo que ha transformado nuestra vida ¡El amor de Dios! Conocerle a Él, a través de la carne de quienes Él ha fijado su mirada para amarle a través de nosotros: los pobres, los que sufren, los sordos, ciegos, paralíticos y leprosos que estaban al borde del camino se encontraron con una mirada que les hizo ver la profundidad del amor de Dios, y la grandeza de sus vidas. Jesucristo, en efecto, es el paradigma del voluntario que, enviado por el Padre, se cruza en nuestro camino, y nos abre otros nuevos para llegar a Su corazón.
Estos días de adviento son muy importantes para comprender el tesoro que nos ha llegado a través de la Caridad de Cristo, que se ha compadecido de nosotros, es decir, ha vivido con-pasión nuestras pobrezas, las ha acompañado porque se ha hecho hombre como nosotros.
Seguro que vosotros también habéis experimentado la gracia transformadora de Jesucristo en vuestra vida, y que esta os ha llevado a entregaros. Por eso, mi primer deseo para este día del voluntario es precisamente dar gracias a Dios porque nos envió a Jesús, y a Jesús porque aceptó la misión de entregarse hasta el extremo. Luego, viene nuestra respuesta, a la medida del don de Dios, cada uno en sus circunstancias y posibilidades.
Me conmueve que todo haya partido de un “Sí”, como el que dio la Virgen María. No hace falta mucha creatividad, solo secundar la iniciativa de Dios. Luego, Dios va abriendo nuestros horizontes, hasta entregarnos apasionadamente como su Hijo.
Por eso, muchas gracias por vuestra entrega. Quienes aceptan este misterio del don de Dios, se convierten en luz y sal. ¡Vosotros sois la luz del mundo, y la sal de la tierra! Ojalá que vuestro servicio en Cáritas sea un regalo para vuestra vida, y que el conocimiento de las personas que nos necesitan, abra nuestros horizontes más allá de nuestro egoísmo.
Los voluntarios de Cáritas son la luz y la sal de las parroquias y comunidades, porque con su entrega anuncian al mundo la Caridad que nos llega del cielo, así que os animo a seguir abandonándonos a Dios, sin miedo a perder la vida, porque lo que encontramos al darla es el mismo cielo abierto. Y ese cielo, hace pequeño nuestro cansancio o nuestra sensación de que nada cambia ¡Todo cambió con el amor de Jesús en el pesebre y en la cruz! Así que hagamos de nuestro mundo ese altar donde nosotros nos donamos.
Gracias, de corazón, me tenéis a vuestro servicio. Con mi bendición
jueves, 4 de diciembre de 2025
HOY A LAS 17.30H EN SAN JOSÉ ARTESANO DE SAN FERNANDO
miércoles, 3 de diciembre de 2025
Hoy 3 de diciembre a las 18:30 h, XII Mesa del Voluntariado del COMCADIZ bajo el lema: “Atención a personas sin hogar”
“Atención a personas sin hogar”
Hablaremos sobre:
martes, 2 de diciembre de 2025
¿Un despertar religioso? Por Manuel bustos
LLAMA la atención de muchos actualmente, el auge que viene obteniendo la espiritualidad religiosa vinculada al catolicismo. Hemos visto saltar a los medios, entre muchos otros, fenómenos como el del grupo musical Hakuna, el éxito de público en pleno centro de Madrid de la Fiesta de la Resurrección, las intervenciones de varios personajes mediáticos declarando abiertamente su fe o dejándose bendecir por un sacerdote. Éxitos de películas como Los domingos o la dedicada al Sagrado Corazón de Jesús en Francia, cuyo éxito ha dado lugar a la intervención de las autoridades de uno de los países más laicistas de Europa. ¿Y qué decir de los buenos resultados obtenidos por la cantante Rosalía en su último disco, el crecimiento de la asistencia de los jóvenes a las Jornadas Mundiales de la Juventud, la concurrencia a peregrinaciones como la de Chartres o Covadonga o a las misas en latín?
Evidentemente, todo ello ha causado sorpresa por lo inesperado, una vez que se ha dado en considerar que lo de la religión y la Iglesia estaba bajo mínimos y que la huída de la gente hacia ámbitos más secularizados o el abandono de la fe era un proceso ya imparable e irreversible.
No quiero pecar de incauto al pensar que tales fenómenos tengan una sola explicación, ni que signifiquen una mayor profundización en la fe y en sus implicaciones personales, aunque todo parece apuntar a un regreso tino, no sé si consolidable, a las fuentes de la cultura occidental, a su propia identidad, incluso cuando no se tiene fe. Tal vez se trate de una reacción frente a una cultura líquida como la nuestra, sin más horizontes y promesa que los del progreso material –puesto hoy en duda– y de un bienestar mayor, sin ningún sentido trascendente.
Es como si el espíritu humano necesitara de otro alimento más sólido y pleno. O hubiera la sensación de estar entrando en los últimos tiempos de la historia humana, hoy amenazada desde tantas instancias. Pero también parece ser una respuesta a los avances del islamismo en Europa (lean Vds. si no a Éric Zemmour en su último libro) y a la amenaza que se siente de que llegue en un tiempo no demasiado largo a imponerse sobre los valores propios y nuestras formas occidentales de vida.
Paradójicamente esta vivificación de lo religioso cristiano no llega precisamente en el mejor momento de las iglesias cristianas: los anglicanos y las otras comunidades protestantes clásicas están divididas en su interior. Toda la asimilación llevada a cabo por ellas de los criterios modernistas o progres ha provocado la huída de muchos fieles, y sus seguidores no han hecho sino menguar su número en las últimas décadas. Por su parte, la Iglesia Católica experimenta la tentación de seguir sus pasos, tanto por la fuerte presión de dentro como desde fuera, incitándole a asimilar planteamientos temporales llamados a desaparecer cuando toquen definitivamente fondo. Es como si la Iglesia hubiese perdido la valentía y la confianza en su propio mensaje, bien afianzado en la tradición de la Iglesia y en la naturaleza del hombre, justo cuando más necesario es mostrar coherencia y claridad frente al mundo, en especial los más jóvenes, y no afanarse por reescribir su identidad.
Con un futuro tan incierto ante nosotros resulta difícil conocer la evolución que seguirá nuestro mundo en los años aún por venir. La sensación de civilización en crisis profunda no deja de ganar terreno, aunque todavía sean muchos los optimistas que piensan en un futuro mejor que el presente con la ayuda tecnológica o en que el fiel de la balanza histórica regresará obligadamente al punto de equilibrio. El futuro, como tantas veces se dice, está todavía por escribir, pero hay que preparar el camino para que no sea una mera copia, aún más dramática, de lo que ya experimentamos hoy.





