Ayer en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, la Diócesis de Cádiz y Ceuta ha celebrado la clausura del Año de la Eucaristía.
En la Catedral de Cádiz, Mons. Rafael Zornoza presidió la Eucaristía dominical en la que agradeció la intensa vivencia eucarística experimentada a lo largo del año. «Jesús es nuestro Señor, nuestro soberano y nuestro Rey» -decía el prelado en su homilía- «estamos acostumbrados en misa a iniciar haciendo la aclamación, Señor ten piedad… y es que el Señor es el Rey, es el Hijo de Dios que ha venido al mundo».
«El es el Alfa y la omega el principio y el fin. No se puede definir mejor. Nosotros cuando adoramos al señor, nos dice venga a nosotros tu Reino, y es lo que le pedimos ahora. Ese reinado que se ha hecho presente en el mundo es el reinado de la justicia, del amor, de la verdad, de la paz. Se opone radicalmente a la mentira, a la violencia, al engaño…por eso decir venga a nosotros tu Reino es decir, que rechacemos el pecado y vivamos con la gracia de los hijos de Dios. Que el amor de Dios se instale en nosotros, así aspirando a la Gloria, la gracia y la fuerza la tendremos siempre para vivir en su presencia».
«Somos ciudadanos del Cielo y solo por eso, seremos victoriosos, porque la victoria de Cristo es la nuestra y Él que ha triunfado, nos lleva para triunfar y reinar con Él para toda la eternidad» concluía el obispo diocesano.
Por su parte, en Ceuta y en los diversos arciprestazgos de la diócesis se celebraron también las Eucaristías de clausura, marcando el cierre de este año tan significativo cargados de momentos de reflexión para reforzar el mensaje de unidad y gratitud hacia el Señor presente en la Eucaristía. «Por nuestra parte, para clausurar este año precioso, hemos tenido la oportunidad de profundizar un poco más en el sentido del misterio eucarístico, de la adoración», ha expresado el Vicario de Ceuta el P. Francisco J Fernández Alcedo.
Este año ha sido un tiempo de gracia para la Diócesis de Cádiz y Ceuta, con numerosas actividades pastorales, catequesis y celebraciones centradas en el misterio eucarístico. Con esta clausura, los fieles son llamados a mantener vivo el fervor eucarístico, reconociendo a Cristo Rey como guía y centro de sus vidas.
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